sábado, 19 de mayo de 2012

Hola Hermanos, abrimos una nueva sección: TESTIMONIOS. Serán, testimonios de gente que conozca a Lorenzo, que conozca MIES o que conozca La Misión. Podéis mandar los vuestros si queréis a la dirección de este blog. (aelchadconmies@yahoo.es)

Hoy comenzamos con un testimonio precioso de una jóven de Villarrobledo, cuyo responsable era Lorenzo. Muchas cosas ha aprendido estos años con él de responsable, veamos qué nos dice.

Gracias, Elisa.

“Una vida matemática, una vida calculada, una vida especial”

En la vida todo suele ser matemático, hasta que uno ya tiene uso de razón, que no madurez, e intenta llevar una vida distinta a la que nuestros padres nos tienen acostumbrados cuando somos más pequeños y dependemos de ellos.

Nacemos y lo primero que hacen nuestros padres es llevarnos a la Iglesia a bautizarnos, una tradición de la que nosotros no somos conscientes en ese momento, e incluso a muchos no nos debe sentar demasiado bien que un señor vestido de blanco derrama agua sobre nosotros y lloramos aunque hay algunos que somos más fuertes que otros y ni nos inmutamos.

Pasan los años y comienzas a ir al colegio, a tener los primeros amigos, o por lo menos a jugar con otros niños hasta que un día la profesora de religión dice que ya estamos en edad para comenzar la catequesis para recibir la Primera Comunión... y como todos los compañeros van y nuestros padres nos invitan, pues vamos de cabeza, aunque sigamos sin ser conscientes de que vamos a recibir el Cuerpo y la Sangre de un señor que lo llamaban Jesús de Nazaret.

Y como te lo has pasado bien durante los tres años de catequesis y eso de Jesús te deja una pequeña marca, decides seguir en la parroquia, en mi caso en el MIES infantil donde nos juntamos un grupo grande de gente de mi edad, seguimos aprendiendo más cosas de Jesús y además como jugamos al fútbol, a cantar y a muchas convivencias... ¿Qué más se puede pedir?

Pero los años pasan, empiezas a crecer en cuerpo y alma y te planteas muchas preguntas que sólo tu corazón pueden responder ¿Qué hago aquí?, ¿Por qué vengo al grupo?, ¿en realidad lo necesito?, ¿Por qué Dios hace que esté yo aquí?

Muchas preguntas que en algunos momentos no sabemos responder, y que por distintos motivos que la vida nos ofrece nos hace alejarnos ya que no entiendes como es posible que ocurra algo aunque como dice Santa Teresa de Jesús “No penséis que Dios se está callando, que aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón” y poco a poco vamos dando respuestas, gracias a muchas gente, a pequeños detalles…, que hacen que te acerques nuevamente.

Esa es la razón por la que decides seguir por ese camino de fe, en el que el Señor, ese Padre de ahí arriba, te acompaña, te aconseja por medio de personas, comienzas un camino con tu director espiritual, a rezar, a participar en la Eucaristía hasta que decides confirmar tu fe delante del pastor de la Iglesia pero sobre todo ante Dios.

Desde ese día, te das cuenta que aunque ha costado, ha merecido la pena, que Dios ha confiado en ti y tu después de muchos años te das cuenta que confías en él y que aunque sea difícil encontrar respuestas, el no te abandona y que forma parte de tu vida y una vida que sin tener fe no podrías darle sentido.

También descubres que el confirmar nuestra fe, no es la meta, es una parada para hacernos más fuertes con ayuda del Espíritu Santo para seguir descubriendo todo lo bueno que nos espera, a seguir aprendiendo más cosas de Jesús y del cariño de su Madre y a seguir viviendo con esa felicidad que te proporciona tener a una familia tan grande como es la de la Iglesia y con unos Padres tan pendientes de nosotros.

Después de muchos años en Santa María, me he dado cuenta que aunque no esté bien, el Señor y mis hermanos no me abandonan, que aunque muchas veces peco, reconozco mis pecados y los confieso, y que ellos me quieren con mis virtudes y mis defectos y me ayudan a rectificarlos.

Todos los días, al acabar, doy gracias al Señor por todo lo bueno que ha hecho en mi, por esas personas que me envía cada día para ayudarme y le pido que los cuide y que no me permita perderlos, aunque a veces me equivoque con ellos. Y también como escribe San Francisco Javier a sus compañeros de Roma “Rogad a Dios nuestro Señor que me dé gracia de abrir camino a otros”.

Hoy, un día más, doy gracias al Señor por vosotros, mi gran familia, gracias por no abandonarme y llevarme por el mejor camino, el suyo, el nuestro, el de un Señor que mola, que es la caña. Gracias.
Quiero terminar con este compromiso personal resumido en una frase del Padre Diego Ernesto “A mí me toca solamente luchar, sembrar, regar; pero el fruto lo dejo en tus manos, Señor”. 

6 comentarios:

  1. Emocionado y con la lagrimilla desde el Chad....
    Espero que sigas así, y que cuando mires hacia el suelo... y sólo veas un par de huellas...., confíes en que son las del Señor que te lleva en brazos.....!!!!!!!!

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    1. jajajaj!! que guay ya sé algo de ti..por fin..!! Sabes que??Qué el Señor es mu grande y sé que te va a cuidar un monton!! :) 1 Beso

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    2. DE ESO NO TENGO NI LA MENOR DUDA!!!!!!!

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    3. sabes que?? te echo de menos.. :)

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Gracias por tu testimonio Elisa! No lo había leído hasta hoy

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