Carta de D. Ciriaco, Obispo de Albacete, a los niños con motivo de la Infancia Misionera.
Queridos amigos:
En vísperas de Navidad, ¿recordáis?, se lanzaba la Campaña de
Sembradores de Estrellas, de la que son protagonistas los niños. Porque los
niños están empeñados en poner luz donde hay oscuridad. Saben que Jesús ha dicho:
“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la Vida” (Jn.3,19-21).
Pero esta encantadora movida infantil no se detiene ni ante
la cuesta de enero, pues el domingo, día 27, se celebra la Jornada de la
Infancia Misionera. La misión, por ser cosa seria, no es sólo de los adultos;
los niños son también “protagonistas y promotores, acreditados valedores del
Espíritu que anima el envío misionero”.
Los niños misioneros han hecho posible la realidad de la
Obra misional de la Infancia Misionera, iniciada hace 170 años por un obispo
francés, impresionado de lo que contaban los misioneros que regresaban de
Oriente sobre la dramática situación en que vivía la población y,
especialmente, los niños. La Obra de la Infancia Misionera se propone sembrar
en los niños la semilla de la inquietud misionera y la solidaridad con los
niños que todavía no conocen a Jesús y que tienen tantas necesidades
materiales. Han sido incontables los hospitales, orfanatos, centros de salud y
escuelas que sean se han levantado con la generosidad de los niños misioneros.
En los últimos cinco, los niños españoles han vivido con la
imaginación y con el corazón una preciosa aventura: recorrer de la mano de la
Iglesia los cinco continentes para ir al encuentro de Jesús con los niños de
allá. El itinerario ha tenido etapas fascinantes: “buscar a Jesús”,
“encontrarle”, “seguirle”, “hablar de él”.
Ahora toca unirse a todos los niños de Europa para “acoger a
los de otros continentes como lo hizo Jesús. Los niños que han tenido la gracia
de encontrar a Jesús han vivido una experiencia admirable que les ha ensanchado
el corazón hasta hacerles capaces de iniciar con otros niños relaciones de
amistad, sea cual sea el color de su piel o su raza.
Es lo que expresa el cartel de la Jornada: cinco niños,
encabezados por Jesús, se abrazan entre sí, abrazando así la esfera de la
tierra. De Jesús brotan rayos que iluminan el mundo. Los niños, en corro,
parecen bailar una danza de alegría: la alegría de saber que todos somos
hermanos.
Con todos los niños de la Diócesis, quiero pedirle a Jesús,
luz del mundo, que nos dé fuerzas a todos los diocesanos para amar cada vez más
y mejor, que alargue nuestras manos para abrazar a todo el mundo, que abra bien
nuestros ojos y nuestros oídos para percibir las necesidades y las voces de los
millones de niños que nos gritan desde su pobreza, su dolor y su oscuridad.
Que, en esta Jornada misionera, Jesús abra nuestro corazón a la generosidad.
Con mi afecto y bendición
+Ciriaco Benavente Mateos
Obispo de Albacete