CARTA DE LORENZO DESDE TCHAD
Hoy es 24 de febrero de 2013 y ahora mismo son algo más de
las cuatro de la tarde, eso significa que estamos en temporada seca y el
termómetro sube por encima de los 40 grados todos los días… hace viento, pero
es un viento seco y muy cálido que viene del desierto y el calor se hace a
ratos insoportable….
En el Evangelio de hoy, esta mañana en misa, en la
parroquia de “Notre Dame” hemos escuchado el pasaje del monte Tabor,… y lo que
ahora mismo se me pasa por la cabeza es
poner un poco de aire acondicionado a esas “tiendas”, y así disfrutar un
poco del fresquito… Bueno, ahora un poco más en serio, ya son 10 meses los que llevo aquí, en Tchad, en la
Tandjilé, en Kelo, en Bayaka,… y después de reflexionar un poco el Evangelio de
hoy, lo que me viene a la mente es que no siempre que uno está cerca del Señor
se encuentra calentito (o más bien fresquito), sino todo lo contrario,…. El
Señor siempre nos invita a movernos, a luchar, a denunciar, a tantas cosas, que
vistas desde la mirada de la sociedad en que nos movemos, y sus modas, más bien
podríamos decir, que es todo “incomodidad”. Cuando lo que más “apetece” es
quedarse inmóvil, cómodo, y sin molestare demasiado, el Señor quiere que seamos
dinámicos, inconformistas y “profetas” del Reino de Dios.
En cualquier ambiente uno puede ser profeta, y esto no
siempre significa que debamos ser revolucionarios en el sentido de la palabra
de la lucha física y rebelde. Ser Profeta también significa denunciar las
injusticias y la mentira con nuestras obras, con nuestra coherencia, con
nuestro modo de vivir.
Aquí, en Tchad, también se puede ser profeta, claro! Y en
España, y en Albacete,…. En cualquier sitio, pero sólo se puede ser Profeta
desde el convencimiento de la “Verdad”, desde el estar seguros y sentirse
tranquilos en las manos del Padre, y sabiendo que Él es el que lo hace todo.
Aunque siempre escuchemos el refrán de que “nadie es profeta en su tierra”, yo,
a mi modo de entender, creo que en este caso el refrán no es totalmente cierto,
y siempre, aunque sea en lo más pequeño podemos denunciar las injusticias que
nos suceden a nuestro alrededor todos los días. No es necesario buscar grandes
causas, de esas que salen todos los días en los telediarios, simplemente
mirando a cada lado de donde estamos, seguro que hay un montón de oportunidades
de mejorar las cosas, de denunciar lo injusto y hacer que la verdad salga a la
luz.
Cuando uno piensa en el “África Negra”, es decir, en el
áfrica subsahariana, siempre estamos tentados a pensar en países en los que los
habitantes no son capaces de ver y analizar las cosas, gentes que no razonan
según nuestra forma de pensar…. Pero ¿quién nos dice que somos nosotros los que
llevamos la razón? Quizás el hecho del desarrollo tecnológico, el hecho de
vivir en la sociedad dónde la calidad de vida ha llegado a lo más alto (siempre
según estándares impuestos). Esto nos hace pensar que las otras sociedades,
hablamos de los países pobres, subdesarrollados, no son capaces de querer
alcanzar el objetivo que nosotros hemos alcanzado, ese objetivo que todos los
días nos dicen por los medios de comunicación que es el “bienestar”. Quizás el
problema sea que estas sociedades de las que hablamos, sociedades que no han
conocido el desarrollo, sociedades que no conocen ni siquiera qué es
desarrollarse, se conforman como están. A veces, para mí, en muchos casos, esto
se me hace muy difícil de comprender, pero poco a poco me voy dando cuenta de
que esta gente que me rodea todos los días sonríe, disfruta de la vida y de la
naturaleza. Quizás de una manera que nosotros no llegamos a comprender y ni
siquiera a conocer. Es muy difícil llegar a conocer el modo de pensar de toda
esta gente, su modo de ver las cosas más sencillas de la vida, su modo de
comprender los hechos, las alegrías, las penas… sobre todo por la tradición que
a veces hace que se forme una especie de barrera que para nosotros los blancos,
los extranjeros, es muy difícil de traspasar.
Ante esto, uno puede tener distintas reacciones. La primera
y más sencilla es la de pensar que realmente no quieren mejorar ni cambiar, que
desean seguir como están, pero la segunda, y yo creo que más evangélica, es la
de “estar”, es la de trabajar por mejorar las cosas, de una manera sosegada y
tranquila, sin hacer aspavientos, y
sobre todo sabiendo que a nuestro lado siempre está el Señor, para ayudarnos a
liberar al “Prójimo”, a acompañarlo…
Cuando voy en el coche por los caminos de esta región,
contemplo muchas veces cómo la gente es realmente feliz, aún teniendo muy poco.
Quizás la clave está ahí, en el “tener”. La gente aquí, los chadianos, tienen
muy poco, por lo que también tienen pocas preocupaciones. Pero hay una cosa que
me llama mucho la atención, quizás sólo sea una causa física, pero los
chadianos en sus quehaceres diarios tienen una forma de andar, de montar en
moto, en bici, en general de estar, que denota mucha dignidad, como orgullo de
lo que son. ¿Por qué no? Y lo que también me llama mucho la atención es la
serenidad, la tranquilidad, con la que hacen todo. Al principio te desespera,
sobre todo a los que venimos de la vida frenética del norte, del occidente,
pero poco a poco uno se va acostumbrando y descubre que se pueden hacer las
mismas cosas estando estresado y agobiado, que viviendo la vida a un ritmo
diferente. Y quizás esto último a pesar de que parece sencillo es lo que más me
cuesta vivir.
Pero la paciencia, que según dicen es la madre de la
ciencia, estoy seguro que me ayudará a comprender, a seguir, a permanecer al
lado de los otros… si, claro está, es esto lo que el Señor quiere de mí. Por el
momento ya voy para casi un año al lado de esta gente, que no enfrente, que es
distinto, pero a la vez más sencillo. Estar al lado es intentar ver las cosas
desde sus ojos, y no desde los míos, sentir las cosas como las sienten ellos y
no como estoy acostumbrado a sentirlas…. Vivir la vida como la viven ellos y no
como la he vivido yo.
Qué fácil es sentirse aquí dueño y señor de la verdad, de
la razón,… qué fácil es caer en la tentación de sentirse uno superior, sobre
todo porque vienes de esos países que se llaman a sí mismos del “primer”
mundo. Pero qué difícil es ser humilde,
ser sencillo, no buscar imponerse a los demás sino comprenderlos y aceptarlos…
Todos los días se lo pido a Dios, que me haga cada día más humilde, y seguiré
en el empeño hasta el día que ese pensamiento
que pasa tantas veces por mi cabeza se desvanezca.
Ya, simplemente por esto último
merece la pena conocer este mundo, estas gentes, esta forma de vida, este
áfrica negra!!!!
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